Indudablemente tenemos un año en el que
la calidad de los vinos es buena, en algunos casos, excelente, diría yo. Sin
embargo hay quien no opina igual, y tiene su explicación razonable.
Quizá de primera
impresión se extrañen ustedes a la hora de leer lo que anteriormente digo. O
quizá piensen que aunque todo o casi todo sea excelente, siempre habrá algo que
baje de calidad, cosa que es totalmente normal. Les cuento un poco la historia:
Si me van siguiendo
semanalmente en mis artículos, desde vendimias, vengo diciendo, ilusionado, que
este año la uva vino en perfectas condiciones sanitarias, buena maduración, y
que lo lógico y normal es que los vinos fueran muy buenos. Cuando fui catando
los resultados, solamente confirmaban las primeras impresiones, vinos buenos, blancos
afrutados como hacía tiempo, tintos equilibrados, con recorrido… En fin, que
todo hace pensar que tenemos una calidad excepcional. Y así lo he venido
informando, en la firme creencia de que es así.
Efectivamente yo me
reitero en mis primeras y segundas impresiones, tenemos una añada de calidad
excepcional. Unos embotellados muy buenos y creo que los vinos de guarda para
crianzas y reservas, saldrán con una calidad que se recordará.
Sin embargo más de
una persona me ha dicho que no es oro todo lo que reluce, y que, en graneles, a
veces les llegan vinos que si bien no podemos tratar de malos, tampoco lo
podemos calificar como excelentes, ni siquiera buenos. Indagando en esta
circunstancia y probando esos vinos, efectivamente hay algunos vinos, que si
bien, como digo no son malos, tampoco son nada del otro mundo. Tintos con poco
color, con poco cuerpo. Blancos algo insípidos. La respuesta es fácil, y yo lo
achaco a dos circunstancias:
La primera es que
hay quien está mezclando los vinos de la campaña pasada, con los de esta, bajando
por tanto la calidad. Esto es fácilmente demostrable mediante analítica del
glucónico, ya que los vinos nuevos no tienen, y si en análisis da, como está
dando en algunos casos, glucónico, es señal de que se están mezclando, es en
cierto modo lógico, hay que ir sacando todo el vino.
Otra circunstancia
que me preocupa más, es que vinos sin mezcla no dan la talla y es debido a las
sobreproducciones. Efectivamente son vinos de producciones por hectárea muy
elevadas, claro esos tintos, por ejemplo, no tienen color, ni cuerpo, y la
calidad baja enormemente, una viña nueva que da producciones de más de 15 kilos
por cepa, no podemos esperar que nos de kilos, grado, color y calidad, es
totalmente normal que aquí bajen calidades. Y está sucediendo que en el ámbito
de los graneles más baratos, cueste trabajo encontrar más de 5 o 6 puntos de
color, y que el vino tenga una calidad mínima aceptable.
Esto nos hace
confirmarnos en que la uva hay que pagarla por calidad, no por grado. Y que las
sobreproducciones hay que diferenciarlas de los demás vinos, vendiendo más
barato o que sean para mostos, alcoholes, o lo que sea, pero que no estropeen
los mercados por su baja calidad.
Es por eso que este
año tenemos dos calidades más que diferenciadas, tenemos unos vinos excepcionales,
que, efectivamente, serán reconocidos por ello, pero también tenemos otros no
tan buenos.
Este extremo es
cierto y hay muchos compradores que me lo han comentado, por eso quiero hacer
está aclaración, para que no nos lleve a equívocos, ya que es una pena que una
gran añada, se vea empañada por estos vinos que no tienen nada que ver con los
otros.
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