No
cabe duda que el enoturismo está de moda, va al alza, hay bodegas que tienen un
filón de oro con él y muchas que se quieren subir a este carro que proporciona
buenos beneficios en la mayoría de los casos. Sin embargo no todo es tan bueno
ni tan bonito, tanto para las bodegas como para los enoturistas.
Tenemos
grandes bodegas que por supuesto merecen la pena ser visitadas, Gonzalez Byass
en Jerez se lleva la palma con más de 200.000 visitas anuales, tenemos el museo
y bodega Vivanco en la Rioja, al igual que la bodega del Marqués de Riscal,
joya de la arquitectura. En Cataluña Torres y la mayoría de las grandes bodegas
de cava, también hacen sus visitas enoturísticas.
Hay
muchas más, que como es natural no se pueden citar, pero que hacen un excelente
papel dentro de lo que denominamos enoturismo, algunas con hotel integrado,
otras solamente para ser visitadas, que
orecen una explicación de la bodega, visita a los viñedos y cata comentada de
alguno de sus vinos, disponen a la vez de tienda donde los turistas pueden
adquirir los vinos antes catados.
Estoy
totalmente de acuerdo con esto, hace tiempo recuerdo que escribí diciendo que
somos unos afortunados ya que el enoturismo es de los pocos negocios que no
tienes que salir a la calle a vender, que son los clientes los que llaman a tu
puerta, con la natural predisposición a comprar y aceptar lo que le digas.
Al amparo
de esto han salido otras bodegas que se quieren montar en el tren del
enoturismo pero sin saber ni poder, y esto hace daño al conjunto del
enoturismo. Bodegas que no tienen prácticamente nada que ver se anuncian como
enoturísticas y dan un servicio que ni vale, tanto por la bodega como por los
vinos en muchas ocasiones.
De aquí
viene que haya mucho recelo por parte del entusiasta enoturista que busca ver
cosas que merezcan la pena y catar vinos que también merezcan ser catados.
Creo que
esto debería comenzar a controlarse y, por ejemplo, igual que se catalogan los
hoteles por estrellas, catalogar estos establecimientos por copas de vino o
cualquier otra cosa, pero que quien vaya de turismo enológico sepa si va a un
establecimiento de categoría o no lo va y en estas estupendas rutas
enoturísticas que están haciéndose por pueblos, denominaciones y regiones españolas,
se lleve un control y el cliente sepa si va a un sitio cinco copas, o a uno de
una sola copa. Creo que esto ayudaría bastante a este negocio.
Digo esto
porque últimamente he oído de todo, gente entusiasmada, con visitas
fenomenales, con estupendas catas, buen trato y bodegas y viñedos dignos de
ver, pero también me han llegado comentarios de todo lo contrario. Y la verdad
es que es una pena que por unos pocos paguen muchos. Esto del enoturismo es una
mina a explotar, está de moda, gusta, sirve para conocer vinos pero también
pueblos, zonas, paisajes y creo que más que turistas que a la vez que hacen
turismo, ven bodegas, tenemos la suerte de tener todo lo contrario: enoturistas
que a la vez que ven bodegas y prueban vinos, aprovechan para hacer turismo. No
es lo mismo.
Y ahora
díganme ustedes que negocio tiene esta promoción y ventaja…
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