Si
quieren que les diga la verdad no pensaba escribir sobre ellas, se ha escrito
mucho y pensaba que si lo que hacemos es darles propaganda, esto puede cundir
como setas en un otoño húmedo. Y, sinceramente, a mí no me gustan
Hay
muchas, con nombres que, cuando menos son extraños, groseros otras veces y
buscan, siempre su minuto de gloria. Esta semana ha estado circulando una
etiqueta, contra etiqueta mejor dicho que rezaba: “Tinto de fuerte color, rojo púrpura
intenso con ribetes violáceos, muy expresivo y afrutado en nariz con taninos
vivos en boca y con gran estructura. Como si te digo que… unos léperos
vampiros, de buena familia, lo recolectan solo en noches de apareamiento del
cernícalo real mientras escuchan Chiquetete (los leperos). Acto seguido se
fermenta en barricas de tungsteno construidas por glamurosos enanos carlistas
con crestas de colores. Te lo vas a creer igual."
No voy a
poner ni la zona, ni la marca, no quiero, al menos desde aquí, hacer propaganda
a algo que, al menos yo, no comparto, pero supongo que la mayoría de ustedes
saben de lo que hablo.
Hay
principalmente y a mi modo de ver tres
cosas malas y una buena, cuando menos.
Empezando por la buena, pues que se habla de
vino, quieras que no es una propaganda gratuita para ese vino y para el vino en
general, que haya miles o cientos de miles de personas que lo lean, lo
compartan y lo den a conocer. Últimamente en el márquetin dice que todo vale, y
quizá sea así, no cabe duda que han conseguido que se hable de este vino y
quizá que se compre, ha sido una
publicidad gratuita en las redes, que tomado de este punto de vista está
perfectamente conceptuada. Lo que hay que preguntarse es eso, es si todo vale.
Las malas,
primeramente, el ridiculizar el vino y su cata, cuando se hace por
profesionales. Es cierto que muchas veces se ha abusado de poner nombres,
adjetivos, cualidades raras y poco menos que imposibles de reconocer por el
común de los mortales, de eso ya se ha hablado mucho y se está corrigiendo,
llevamos años comentando que hay que hacer más sencillo el consumo del vino, su
lenguaje y quitar todo, o al menos parte, del tabú que lo rodea (por otra parte
ese tabú también es agradecido por mucha gente).
En
segundo lugar, algo que me preocupa que se haga por parte de una bodega o
marca, ya que si lo veo muy importante. Y es que yo veo una manera de
ridiculizar al consumidor, vamos, de llamarlo tonto, en una palabra, aborregado
y que no tiene ni la más remota idea de lo que se le dice, por eso se le puede
engañar. Es dejar al que compra esa botella a la altura del betún, tratarlo de
inculto, “te lo vas a creer igual, termina la contraetiqueta, es decir, te diga
lo que te digan como ni tienes
conocimiento ni entiendes, te lo vas a creer, como si te digo que sabe a
gominolas del Caribe. Lo veo como reírse
y denigrar al consumidor y eso sí que me sienta mal. Solo por eso, no lo
admito.
Y la
tercer y última, es, la verdad, una pena, y es que en los cientos o miles de
comentarios que he leído, unos a favor, otros en contra, en un sentido o en
otro, en ninguno he leído una cosa tan sencilla como importante. Y es comentar
lo que hay dentro, si estaba bueno o malo, si merece la pena comprarlo o no, si
tras esa etiqueta hay algo a comentar: EL VINO. Y no he visto nada de eso. Una
pena.
Manzanares.
11 de octubre de 2016
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