sábado, 21 de marzo de 2015

Transmitir un sueño

Pedro Ballesteros, Master of Wine de España dio una conferencia de lo más interesante en la II Cumbre Internacional del Vino que todos deberíamos haber oído.


Entre otras muchas cosas, me llamó la atención esta sencilla frase:

“Debemos transmitir nuestro sueño”

Quien hace o ha hecho vino sabe de lo que habla. De lo que se sueña con poder hacer, de poder ofrecer al resto del mundo algo diferente, único, original, destacado de lo que los demás hacen. ¿Quién que haya hecho vino no ha soñado con su vino perfecto? ¿Con poder ofrecer ese sueño a los demás?

No solamente ofrecer nuestro sueño, hay que saber ofrecer lo que llaman Unique Selling Proposition (proposición única de venta). Algo nuestro, algo único, algo diferente, ofrecer nuestro sueño: nuestro sueño es único y lo ofrecemos a los demás, diferenciándonos de los demás.

¿Esto se traduce en precio? No tiene por qué, pero es indudable que si sabemos transmitir y tenemos algo bueno, también irá acompañado de un incremento en el precio por su demanda. No solo se trata de vender, sino de hacerlo con ganancias. Y pensar en el margen comercial, es decir, mucha cantidad con un valor inferior o menos cantidad con un diferencial de valor muy superior.

El precio del vino exportado por España es de los menores de los mercados internacionales aunque hayamos sido los primeros en exportar este año, mientras que en Francia o Italia, han exportado menos pero con un valor medio muy superior, y no hablamos solamente de graneles. A los embotellados españoles les pasa igual.

Dejémonos ya de repetir hasta la saciedad que tenemos la mejor relación calidad precio. Si de verdad tenemos esa calidad, debemos tener también precio, o al menos saber lo que vendemos y a quién lo vendemos. Debemos saber vender, por ejemplo, un vino bueno y barato a Rusia, pero también uno bueno y a buen precio a Estados Unidos.

Que no sea el vino español el que está en lo lineales de vino barato de los supermercados de todo el mundo. Muchos de ellos no se lo merecen.

Quizá deberíamos creer más en nuestro sueño y saber creérnoslo, ¡ya es hora!

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