Hay días, semanas, meses, vamos, casi es
ya continuo, que lluevan medallas y medallas en concursos de vino, catas,
colectivos, ya casi cualquiera apaña un concurso y se lía a dar unas medallas.
Ni va este artículo contra los concursos, ni contra las medallas, y
mucho menos contra los vinos.
Reflexionando hoy día si no tienes una medalla, no eres nadie en este
mundo de los vinos, si tienes varias mejor, y los premios y reconocimientos son
cada día más numerosos. Lo que pasa es que los malos, desprestigian a los
buenos. No basta con juntar a cuatro amigos y montar un concurso y repartir
medallas ya que se termina por devaluar las que realmente son meritorias de
concursos serios y formales, que los hay, y más que de los otros, no cabe duda.
Hay varias cosas, sin embargo, que creo merecen la pena resaltar. En
primer lugar la calidad de los vinos, que indudablemente va en aumento y por
tanto son merecedores, con total mérito, de esa medalla.
Cómo es lógico y muchos consumidores (de los que ya hablaremos) no lo
saben, no se da una medalla de oro, una de plata y otra de bronce, ya que al ir
por nivel de puntuaciones, puede y hay, decenas de oro, de plata y de bronce, y
es difícil, muy difícil, que con el actual modo de puntuar, un vino que se
presente a un concurso, no alcance puntuación suficiente como para que se le
otorgue, repito que merecidamente, una medalla, sea de un metal u otro.
Ya he comentado en más de una ocasión que el baremo de puntuación es muy
estrecho, a pesar de puntuar sobre 100. Y entre, por ejemplo, 86 y 90 puntos
hay una cantidad excesiva de vinos, con unos diferenciales de calidad muy por
encima de cuatro centésimas. Pero este es otro tema. El caso es que si la
medalla de bronce se establece en superiores a 80 puntos. Va a haber muy pocos
vinos que estén por debajo de esos 80 puntos. Así vemos esas listas
interminables de vinos premiados, folios y folios con las consabidas medallas
de bronce, plata y oro, menos, es normal, de gran oro.
Algunos concursos, con buen criterio han eliminado las medallas de
bronce, con lo que quita muchos vinos del medallero, dándole mayor prestigio a
quien obtiene medalla. Y sitúan la plata por encima de 84 puntos, que aunque
así eliminan bastante, también es cierto que entran muchos de ellos dentro del
medallero.
Y si esto nos abruma y nos parece raro a los que estamos en el mundo del
vino y al menos nos creemos que entendemos algo de vino, imagínense ustedes a
los aficionados, neófitos o simple consumidores, que les habla de que un vino
ha sido premiado, que tiene tal o cual medalla, y te mira casi como diciéndote
“como todos”. Y es que exceptuando
recomendaciones muy puntuales de algún gurú del vino, le dan poca importancia a
que un vino u otro tengan o no tenga en su haber el medallero más o menos
extenso.
Y lo raro o malo, según se vea es que esta sensación ha cambiado en
apenas unos años, recuerdo hace apenas una decena o dos de años, que el que un
vino tuviera una medalla, era realmente alabado por toso, era un mérito digno
de resaltar, más cuando los vinos españoles comenzaron a presentarse a
concursos internacionales y venían del extranjero con su flamante medalla, la
cual ponían, orgullosos, en su etiqueta, cosa que hoy, por su abundancia, es
difícil de encontrar.
Y creo, así me parece, que los concursos los sabemos apreciar más los
“entendidos “del vino, los que estamos en este mundillo, que el consumidor.
Esto se debe a que nosotros sí sabemos distinguir y apreciar una medalla en un
concurso de prestigio, de una medalla conseguida en… digamos otros concursos…
Y valoramos, como digo, que un vino sea premiado en no más de dos o tres
concursos, realmente meritorios, y apreciamos y nos felicitamos de ello y
sabemos que si catamos ese vino, respaldado por esa medalla, estaremos ante un
vino que lo merece, luego hay otros concursos, esos que se montan como
rosquillas y por cualquier evento o circunstancia, a los que, personalmente
creo, no merece la pena ni hacerle caso ni entretenerse en ellos. No dicen
nada. Y creo que las marcas que quieran conseguir prestigio merecido se debían
de pensar muy mucho acudir a ellos.
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